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Un ejercicio militar entre Panamá y EE.UU. desvela un preocupante propósito

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Un ejercicio militar entre Panamá y EE.UU. desvela un preocupante propósito

Desde el lunes pasado y durante toda esta semana, se están llevando a cabo los primeros ejercicios militares conjuntos —Panamax Alpha 2025— entre Panamá y EE.UU.

Las maniobras ocurren luego de la firma del memorándum de entendimiento en abril de este año y contemplan un conjunto de acciones de adiestramiento: embarque y desembarque, cooperación militar y elementos tácticos, cuyo objetivo sería blindar militarmente la "seguridad" del Canal de Panamá.

Desde 1990, tras la invasión de EE.UU. a Panamá —país que desde entonces no cuenta con Fuerzas Armadas—, se han llevado a cabo ejercicios militares en el país centroamericano, pero la realización de los mismos es especialmente sensible este año debido a varios factores: las protestas contra la firma del mencionado memorándum; las declaraciones del presidente Donald Trump, que ponen en duda la soberanía panameña sobre el Canal; además de la alta conflictividad social por las "medidas de ajuste" adoptadas por el presidente panameño José Raúl Mulino, así como los despidos masivos por parte de empresas estadounidenses.

Mulino ha criticado en diversas ocasiones los discursos de Trump en los que este reclama control sobre el Canal y exenciones de impuestos para barcos estadounidenses que lo transitan, pero en la práctica su administración está garantizando la presencia militar de EE.UU., con bases y tropas, en el contexto de una creciente tensión con China.

Mulino ha criticado en diversas ocasiones los discursos de Trump, quien reclama control sobre el Canal de Panamá, pero en la práctica su administración está garantizando la presencia militar de EE.UU.

Panamax Alpha 2025 confirma esta permisividad, sucesiva a la firma del acuerdo con Washington y la visita de varios funcionarios de alto nivel del gobierno estadounidense al país centroamericano.

Desde la llegada de Trump, Panamá ha experimentado cambios drásticos bajo el liderazgo de Mulino, quien, a pocos días de la asunción del primero, canceló el acuerdo económico con China (denominado la Ruta de la Seda).

Mientras tanto, ejecuta un plan de ajuste neoliberal que ha perjudicado derechos laborales históricos conquistados por el pueblo panameño, como ocurrió con la reforma a la Ley Orgánica de la Caja de Seguro Social, que ha provocado un estallido social con prolongadas huelgas, cortes de ruta y manifestaciones.

Ante las protestas, la respuesta del gobierno y de empresas estadounidenses, como Chiquita Brands, ha sido la de agudizar las contradicciones.

Chiquita, originalmente conocida como United Fruit Company, despidió a cerca de 7.000 trabajadores que se mantenían en huelga. Por su parte, el gobierno ha desatado una fuerte represión. Durante la última semana de junio, el Ejecutivo decretó un estado de excepción en la región de Bocas del Toro, amenazó —y efectivamente lo hizo— con despedir a maestros y funcionarios en paro, retuvo sus salarios y agudizó la persecución de líderes sindicales, algunos de los cuales, como el principal sindicalista Saúl Méndez, han tenido que asilarse en otros países.

Panamá ha pasado, en poco tiempo, de ser un país pacífico y estable a un hervidero sociopolítico.

Panamá en la mira

Si bien Trump es conocido por su forma abrupta de abrir frentes geopolíticos, su administración ha sido consecuente en sus esfuerzos por reposicionarse en Panamá, especialmente en la vía interoceánica. En los seis meses de este segundo mandato, el secretario de Estado, Marco Rubio; el secretario de Defensa, Pete Hegseth; y el jefe del Comando Sur, Alvin Holsey, han desfilado por el país latinoamericano.

En el caso de Rubio, escogió Panamá como su primer destino desde que asumió el cargo, mientras que Hegseth llegó al Canal para firmar el memorándum que permite el ingreso de tropas estadounidenses al istmo.

El objetivo es restablecer a Panamá como un punto estratégico en América Latina y, desde allí, iniciar la 'reocupación' de su "patio trasero". Por ello, estos ejercicios no deben ser vistos como un "encuentro cooperativo" más.

Desde el domingo pasado, tres helicópteros militares arribaron al aeropuerto Panamá Pacífico —antigua base militar estadounidense Howard, un bastión del poder aéreo de EE.UU. por más de cincuenta años—, donde se están escenificando parte de los ejercicios. Lo novedoso es que, con la firma del memorándum de abril, el posicionamiento del ejército extranjero podría prolongarse hasta tres años, que es el tiempo que dura el documento firmado entre las partes, aunque, según lo informado, los ejercicios militares conjuntos durarán apenas hasta este viernes.

¿Qué hay detrás?

El empeño de Washington con Panamá no tiene que ver solo con el Canal. En el contexto actual de la región, sus viejos aliados —como lo fueron Colombia, Chile y Perú— hoy han girado a la izquierda (en el caso de los dos primeros) o han metido a China en la ecuación, como socio comercial. Este último es el caso de Lima, que permitió la construcción del megapuerto de Chancay, con toda la significación operativa que esto implica.

Entonces, el gobierno de EE.UU. necesita nuevamente una "cabeza de playa", y qué mejor lugar que la antigua sede de la Escuela de las Américas para hacer que el continente retorne, por la fuerza, a la 'doctrina Monroe', de la cual se había 'descarrilado' con el giro progresista de este siglo.

El objetivo es restablecer a Panamá como un punto estratégico en América Latina y, desde allí, iniciar la 'reocupación' de su "patio trasero". Por ello, estos ejercicios no deben ser vistos como un "encuentro cooperativo" más.

Panamá fue el último objetivo militar de EE.UU. durante el siglo pasado, con la invasión de 1989, y parece que se está convirtiendo en el primero de este siglo, con la utilización de un tridente: presión militar, diplomacia agresiva y chantaje empresarial estadounidense.

La Administración Trump avanza en Panamá más que en muchos otros frentes. Los movimientos sociales y populares han tratado de hacer frente, pero son ingentes los recursos que tiene Washington para pasar por encima de un país que vive, sin fuerzas armadas, bajo el recuerdo de la sangrienta invasión.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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