En lo que respecta a las relaciones con los demás, las personas podemos dividirnos en dos categorías: las que prefieren rodearse de una gran cantidad de amigos y aquellas que optan por un círculo social más privado. La psicóloga Olga Albaladejo explica qué lleva a algunas personas a ser más reservadas y qué hábitos pueden desarrollar a causa de ello.
De acuerdo con la experta, tener pocos amigos es "una elección consciente" para aquellas personas que "sencillamente valoran más la calidad que la cantidad". No obstante, en casos de soledad no deseada, la falta de amigos puede ser "un factor de riesgo para la salud mental y física", advierte Albaladejo.
"La psicología distingue entre el aislamiento objetivo y soledad percibida, como plantearon John Cacioppo y William Patrick: una persona puede estar rodeada de gente y sentirse sola, mientras otra con pocas relaciones puede sentirse plena. La clave está en la congruencia entre las necesidades sociales y la realidad relacional de cada uno", sostiene.

Rasgos característicos
Las personas que limitan el número de amigos por elección propia "disfrutan de la soledad creativa o contemplativa" y no sienten la necesidad de tener "muchas amistades, sino conexiones auténticas, aunque sean pocas". Estos individuos suelen ser más autónomos y, con el tiempo, adquieren la capacidad de "resolver solos problemas que otros compartirían".
No obstante, esta característica también puede tener otra cara de la moneda, que consiste en procesar los sentimientos internamente, "sin hablarlo con otros". Eso no es necesariamente malo, pero en ciertos casos puede provocar la sensación indeseada de aislamiento. Además, está demostrado que compartir lo que sentimos con otras personas es beneficioso para reducir la intensidad de las emociones.

Por otro lado, las personas menos sociables suelen establecer rutinas muy bien estructuradas. "Llenan su agenda de actividades individuales, como leer, hacer deporte, o cosas del trabajo", afirma la experta. Pero al mismo tiempo, también tienden a llenar sus vidas con un mayor consumo digital, ya que a menudo "sustituyen compañía presencial por redes sociales, series o videojuegos", sostiene.
Según Albaladejo, otro rasgo distintivo de aquellos con un círculo emocional más íntimo es el desarrollo de una "coraza emocional que, paradójicamente, los aleja más de los demás" y forma un obstáculo para crear vínculos profundos con los demás. En esa línea, también destaca su autoexigencia y autocrítica. "Esperan tanto de sí mismos en las interacciones que, por miedo a fallar, prefieren evitarlas. Ese autodesprecio dificulta aún más abrirse a los demás y alimenta el círculo de soledad", señala la psicóloga.
Por lo último, el factor cultural juega un papel clave en nuestro carácter. En los países mediterráneos, las reuniones sociales y las grandes familias se perciben como parte de la identidad personal y se considera extraño tener pocas amistades. En cambio, en los países nórdicos, por ejemplo, las culturas son más individualistas y "se normaliza vivir solo y tener un círculo reducido, sin que eso genere estigma".
